de Jean Cocteau
Resumen:
Una mujer enamorada espera la llamada telefónica de un hombre al
que ama sin ser correspondida. Aguardando el llamado del hombre que la
ha abandonado.
Al fin el llamado que espera se produce. Entonces ella, mientras
mendiga una esperanza, recibe las mentiras que la hieren y siente las
verdades que la matan.
Un monólogo de una mujer que no puede cerrar las puertas del
pasado, que se aferra a una ilusión y que no acepta el abandono.
La tensión, que se mantiene hasta el final, crea una atmósfera
cargada de cinismo, crueldad y desamor.
Este es un monólogo que Jean Cocteau estrenó en 1930 que se
mantiene vivo simplemente porque es posible y actual.
Impresiones sobre la obra:
Encarar una obra de un gran artista como lo fue Jean Cocteau (dramaturgo, director, pintor, poeta...) ya es un mérito, hacerlo sabiendo de precedentes de puestas memorables (la de Tortonese-2005, la de Dora Milea-2002, la de Marcela Grandinetti-2002) es una muestra de valor. La empresa no es fácil: Mantener la tensión que el texto de Cocteau necesita es un reto que merece ser dirigido por grandes artífices.
La puesta no es sencilla. Cargada de elementos simbólicos que refuerzan la escena cada objeto refuerza y da acento al texto tenso y sofocante que transcurre entre la mujer abandonada y su amado que ya no la quiere.
El espacio escénico reducido se reduce aún más por el mobiliario que acota la escena generando un ambiente de opresión, un acierto de dirección que con técnica simple facilita el ambiente en donde se
desarrolla la obra.
La voz de la enamorada se siente, la del hombre se presiente y se adivina. Es tarea del espectador interpretar esa otra voz que maltrata al amor de esa mujer que se resiste tanto a ser abandonada como a aceptar la realidad del desamor.
El trabajo de Rosana Rozic (la enamorada) es excelente, logra transmitir desde lo gestual y lo enunciativo lo que el texto le propone. La angustia, el desamparo, la tristeza, la melancolía cobran cuerpo en el personaje al que Rozic le presta carne.
La obra, bien lograda, no es “agradable” pero sí admirable (esto es: digna de mirar) en tanto logra captar y representar magníficamente un drama humano desde una mirada del romanticismo tardío de Cocteau.
Sentir La voz humana es prestar los oídos a los rumores de los infiernos que bien pueden estar muy cerca de nosotros.
Eduardo Jorge Gil Michelena.
FM 87.9 (UBA)
Octubre de 2010
"Una mujer sola y desesperada a quien el espejo le devuelve una imagen falsa. Pétalos rojos, dos velas, dos copas y una sola persona; triste, esperando ese llamado.
Un cálido ambiente nos recibe. El chelo suena. Es Rosana Rozic que acaricia las cuerdas del instrumento. Ahí está. Solita en el escenario. A veces parada, otras caminando. O sentada. O acostada. Los espectadores terminan de entrar; comienza la pieza.
El blanco atrapa los ojos del espectador. Vemos un punto gris, el teléfono. Suena. Equivocado. Y la tristeza envuelve a la bella intérprete. En sus ojos hay sensualidad, expresión, angustia.
Bajo la dirección de Armando Saire, la obra, basada en la original de Jean Cocteau, es una excusa para reflexionar sobre la existencia, el amor, la angustia, la soledad o sencillamente “hablar hasta que se nos presente la realidad”.
Diego Segura - Actoresonline.com
FM 87.9 (UBA)
Octubre de 2010
"Una mujer sola y desesperada a quien el espejo le devuelve una imagen falsa. Pétalos rojos, dos velas, dos copas y una sola persona; triste, esperando ese llamado.
Un cálido ambiente nos recibe. El chelo suena. Es Rosana Rozic que acaricia las cuerdas del instrumento. Ahí está. Solita en el escenario. A veces parada, otras caminando. O sentada. O acostada. Los espectadores terminan de entrar; comienza la pieza.
El blanco atrapa los ojos del espectador. Vemos un punto gris, el teléfono. Suena. Equivocado. Y la tristeza envuelve a la bella intérprete. En sus ojos hay sensualidad, expresión, angustia.
Bajo la dirección de Armando Saire, la obra, basada en la original de Jean Cocteau, es una excusa para reflexionar sobre la existencia, el amor, la angustia, la soledad o sencillamente “hablar hasta que se nos presente la realidad”.
Diego Segura - Actoresonline.com